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Prisma: danza contemporánea para el alma

La semana pasada culminó la decimosegunda edición del Festival Internacional de Danza Contemporánea Prisma por el que pasaron 46 artistas internacionales y 32 artistas nacionales. Experiencias y aprendizajes de un evento que se consolida con propuestas y reflexiones.

Unos 46 artistas internacionales y 32 nacionales, 14 compañías nacionales e internacionales de 10 países, performances, talleres y conversatorios fueron parte de PRISMA en su edición 2023. Cortesía Unos 46 artistas internacionales y 32 nacionales, 14 compañías nacionales e internacionales de 10 países, performances, talleres y conversatorios fueron parte de PRISMA en su edición 2023. Cortesía

Con lluvia, cierres de calle y un clima político distópico, los aficionados de la danza moderna acudieron a PRISMA, el Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá que va por su doceavo año consecutivo y desplegó una agenda diversa entre el 12 y el 21 de octubre pasado en varios teatros, centros culturales, escuelas, y hasta en el metro de la ciudad.

Con un impresionante repertorio de 46 artistas internacionales y 32 artistas nacionales, 14 compañías nacionales e internacionales de 10 países, y una agenda que incluía performances, talleres y conversatorios, PRISMA atrajo en su edición 2023 más de 3000 espectadores. “Lo más valioso es tener la oportunidad de llegarle a estudiantes, personas con pocos recursos, a adultos deseosos de cultura y de mensajes esperanzadores e introducirlos a la danza contemporánea y que se vuelvan fans”, dijo Ximena Eleta, directora y fundadora de PRISMA junto a Analida Galindo.

Al inicio, nadie apostaba demasiado a que el público panameño respondiera como responde ahora a una convocatoria para ver danza contemporánea. Pero el entusiasmo es evidente: la audiencia se deja absorber con cada puesta en escena, como las presentaciones de la compañías &cø, de Francia, y Nadine Gerspacher, de Alemania, o la puesta de la bailarina italiana radicada en Panamá Eleonora Dall’Asta, y las participaciones de artistas locales en los laboratorios del festival.

Hay en PRISMA, además de un cuidado obsesivo por acercar propuestas de primer nivel, una vocación consolidada por fomentar el intercambio, el aprendizaje y la reflexión sobre lo que pasa -y nos pasa- a través de la danza.


Un festival de emociones

En su 12° edición, el festival logró emocionar, reflexionar y abrazar.

Fue impresionante ver ver salas colmadas en los teatros, ya fuera el Nacional, el Anita Villalaz o el Ateneo. Incluso en propuestas más vanguardistas, el público mostró interés y curiosidad.

Los asistentes rieron en en Being Human Being, de la compañía panameña Coco Danza, cuando una de las bailarinas cantó un bolero subida sobre una mesa en medio de los demás bailarines, y ovasionaron de pie a Lado a lado, un montaje de la compañía francesa de &cø. que estuvo el sábado 14 de octubre en el Anita Villalaz. Hubo allí ceños fruncidos, pucheros, y miradas pícaras de Sandra Geco y Edouard Gameiro, el dúo que interpretó la obra que es que es la primera en la historia del festival en presentarse en tres ocasiones: dos funciones para 500 estudiantes de escuelas públicas y privadas, y luego para el público general.

Sin embargo, el mejor público fue el de niños y jóvenes de organizaciones sin fines de lucro que asistieron de manera gratuita el Sábado 21 a ver The Ministry of Unresolved Feelings, de la compañía noruega Jo Strømgren Kompani. Esa tarde el Teatro Nacional retumbó con las risas y el disfrute que provocó esta comedia sobre las emociones humanas. Al final, hubo un conversatorio con los bailarines donde resolvieron sus dudas sobre la obra y la vida de de bailarín.

PRISMA siempre combina las presentaciones con algunas sesiones cerradas para estudiantes de escuelas públicas y privadas; abiertas y gratuitas, como las del Centro Cultural La Manzana, el Metro y el Biomuseo; clases maestras y talleres: este año hubo 17 clases maestras gratuitas impartidas a artistas locales. Porque la danza contemporánea es un género que ofrece algo más allá de una coreografía bonita.

“Me parece maravilloso que [PRISMA] siga trayendo estos coreógrafos que tienen una mirada sobre la danza más allá del movimiento, sino más como una filosofía de entender la vida”, dijo Milko Delgado, artista panameño participó en el PRISMA LAB, un taller dictado por el argentino Juan Jesús para bailarines profesionales.

Apuesta a la esperanza

Delgado, artista multidisciplinario que está explorando la danza contemporánea y el movimiento como medio performativo, dijo algo sobre el festival que la comunidad de artistas locales valora: es uno de los pocos espacios en la escena de danza en Panamá que fomenta la creación de vínculos entre sus participantes.

Para las organizadoras, eso es un objetivo. “El fomento de las redes permitieron que se formaran colaboraciones muy interesantes de personas que de repente han venido y han quedado conectadas con alguien de acá”. Precisamente el festival es una valiosa plataforma para los jóvenes de Fundación Espacio Creativo, que integran jóvenes de comunidades en riesgo y este año colaboraron con el coreógrafo mexicano Omar Carrum en el PRISMA LAB Juvenil, además de presentar la obra El Jardín.

Estas colaboraciones e intercambio cultural son de gran valor para la formación profesional de las nuevas generaciones de artistas locales. De hecho, días antes del estreno para Latinoamérica de la obra de danza teatral Non-Upgraded Existence, del grupo Cia. Nadine Gerspacher, profesionales y estudiantes de danza tuvieron la oportunidad de hablar con su creadora Nadine Gerspacher. Sentados en una mesa redonda con Gerspacher al centro, conversaron sobre su proceso creativo, y compartieron con ella sobre los retos de hacer danza en Panamá.

¿Cuáles son esos retos? Galindo apunta que lo principal son los fondos, pero ideas, talento y ganas sobran. También sueños: “Nuestro sueño es que todas las funciones sean gratuitas, pero para eso necesitamos muchos más fondos de los que nos llegan”, dijo Galindo, de pie a las afueras del Teatro Nacional luego de una función gratuita para niños y jóvenes de organizaciones sin fines de lucro.

La fundación del festival cubre una tercera parte de los gastos, y el resto son patrocinios de entidades como el Ministerio de Cultura y empresas privadas. Un esfuerzo que permite la conexión y escape a través del arte, pero también la reflexión.

“Yo veo la danza como un mensaje esperanzador”, dijo Eleta, co-directora del festival y directora de la Fundación Gramo Danse. Las propuestas del festival invitaron este año a la reflexión de diversos temas como el abuso de sustancias, las relaciones interpersonales, la salud mental, la condición humana, el medioambiente, entre otros. PRISMA, según Eleta,”es un entrelazado que crea cohesión social y este país lo necesita a gritos porque la desigualdad económica lo exige”.