Opinión
Los heraldos blancos
Tenemos un presidente de la República que no es un orador elegante a la usanza de los viejos políticos ni parece gustarle leer discursos de esos que otros más diestros con el lenguaje pueden hacerle. Sin embargo, la noche del pasado martes, el país entero escuchó en su hogares –en medio de la angustia de los tiempos que vivimos– la palabra sencilla, transparente, por momentos nada pulida, de un hombre al que le ha tocado liderar este país en tiempos en que la muerte se pasea horonda por los vericuetos del mundo.
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Sábado picante
El Ejecutivo decretó a partir de hoy y de manera indefinida una medida de cuarentena total para intentar contener el avance del nuevo coronavirus .
Tal Cual
LIBRE. A partir de este año, el 20 de diciembre será reconocido como un día de descanso obligatorio, igual que el 9 de enero y el Viernes Santo. Otro feriado más. Ahora, solo en los meses de noviembre y diciembre, habrá ocho días feriados. Aquí reconocemos que la fatídica fecha es histórica. Pero señores, a la patria se le honra trabajando.
Hoy por hoy
De la misma manera en que una serpiente necesita inyectar su veneno en el animal que ha de comer, de la misma manera los diputados necesitan actuar con villanía para asegurarse de robar, tanto ellos como sus colegas en cargos de mucho menor jerarquía, pero con ingresos equivalentes al de un ministro de Estado o presidente de la República. Su naturaleza no es ser honesto; lo suyo es delinquir, aunque lo grave no es solo que robe, sino que de ahora en adelante será legal. Y es que en uno de sus ya famosos “camarones legislativos”, introdujeron reformas a la Ley de Descentralización para blindar el pago de gastos de representación a alcaldes y representantes, a quienes casi se les ve ahogados porque se quedaron sin oxígeno económico, es decir, sin plata, pues la Contraloría les prohibió cobrar sus exóticos gastos de movilización. Ahora recurrieron a sus colegas de la Asamblea para que les den el vital auxilio que dejaron de percibir. La perversidad de todo esto es que lo hacen en medio de una crisis económica, dejando al desnudo su inagotable codicia. Le tocará al presidente –cuando el proyecto de ley le llegue para su sanción– probarnos que no es el tonto útil o el títere de los diputados.
El Covid-19 y el derecho internacional
Ante la pandemia del Covid-19, la respuesta de la gran mayoría de los Estados se ha sustentado en la normativa internacional encargada del control de las enfermedades infecciosas. Esta columna ofrece una introducción general a la temática, enfocándose en la evolución histórica y el estatus actual de la normativa aplicable. La cooperación internacional es un elemento fundamental para el control de las enfermedades infecciosas, pues estas últimas no conocen fronteras. Consecuentemente, para que la cooperación internacional sea efectiva debe estar acompañada de un robusto desarrollo normativo. Los primeros pasos en tal sentido se produjeron en Europa. En 1851, se celebró, en París, la Primera Conferencia Sanitaria Internacional. Ésta y otras conferencias sucesivas se enfocaron en bloquear la entrada a Europa de enfermedades provenientes de Asia (la peste bubónica, el cólera y la fiebre amarilla). Es decir, no se buscaba prevenir las enfermedades, sino establecer un cordón sanitario europeo mediante la adopción, por parte de los Estados europeos, de medidas sanitarias específicas y de estándares de cuarentena comunes. Inicialmente, la comunidad internacional buscó proteger el comercio y la economía de los Estados, balanceando las cuestiones sanitarias con las comerciales, sin un enfoque pro hominem. A partir de estos esfuerzos se establecieron obligaciones de notificar los casos de enfermedades infecciosas, el desarrollo de capacidades técnicas y la armonización de las medidas de aislamiento y cuarentena.
Reflexiones
La naturaleza hoy nos muestra el precario equilibrio en el que vivimos los seres humanos. Poderosos y débiles, ricos y pobres, adultos y mayores hoy somos todos igual de vulnerables ante un virus millones de veces más pequeño que nosotros. Estamos enfrentando un peligro de sobrevivencia ante una alerta de la fragilidad de nuestra vida. Es ella –la naturaleza– la que se presenta con todo su poder y vuelve a defir nuestro rumbo y preocupaciones. Nos obliga a regresar a nuestros hogares a reflexionar, a tratar de entender lo que somos y el daño que le hacemos a nuestro planeta, el gran hogar de todos.




