José Antonio Remón Cantera vivió la muerte de su padre muy temprano. Su mamá, trabajando de costurera, trató de sacarlo a él y a sus hermanos adelante. Su madre consiguió una beca para que estudiara en el colegio militar de México.
Al regresar, se integró a la Policía Nacional. El presidente lo nombró jefe de la policía porque era el único en la policía que había cursado estudios militares. Remón negoció con el presidente para aumentar el presupuesto, comprar armas, mejorar los salarios y de esa manera dignificar su profesión.
Ganó el respaldo de los miembros de la policía, pero se le acusó de usarla como su ejército personal al servicio de políticos y empresarios. También estuvo involucrado en dos golpes de Estado utilizando a la policía para hacerlo. En el último, que fue contra Arnulfo Arias Madrid, mandó a disparar a la presidencia para que renunciara. Tenía fama de que quitar y poner presidentes. Aparte de reprimir manifestaciones sociales, incluidas las de los obreros y las de los profesores.
En 1952 fue electo presidente de la República, convirtiéndose en el primer militar en gobernar Panamá. Como presidente, una de las primeras cosas que hizo fue viajar a Estados Unidos y negociar un nuevo tratado.
Teníamos el tratado Hay-Bunau Varilla, que establecía la Zona del Canal, y el Arias-Roosevelt que brindaba más y mejores beneficios para los panameños. Pero muchas de las condiciones del primero seguían vigentes y Remón apuntaba a ampliar los beneficios. De cada setenta mil dólares que entraban al canal, solo mil eran para Panamá.
Viajó a Estados Unidos con el presidente Dwight D. Eisenhower, quien había vivido en la Zona. Pero Remón llegó con un truco bajo la manga. Llevó trajes típicos panameños para los nietos de Eisenhower y los usaron en la Casa Blanca.
De esas negociaciones salió su frase: “Ni millones ni limosnas, queremos justicia”
Debido a estas negociaciones, Estados Unidos le pide a Panamá fortalecer la lucha contra el comunismo, pero el gobierno de Remón Cantera lo usaba para reprimir manifestaciones legítimas, como el encarcelamiento de la sindicalista Marta Matamoros, quien protestaba por los derechos de maternidad de sus compañeras y fue puesta en una celda de castigo e incomunicada por varias semanas.
El 2 de enero de 1955, la yegua del presidente, “Valley Star”, estaba en una carrera en el Hipódromo Juan Franco (ahora Galerías Obarrio).
Mientras Remón celebraba la victoria de “Valley Star”, escuchó unas ráfagas y dijo: “Esos no son cohetes”. En medio de los gritos y la angustia, se confirmó que “Chichi”, como le decían de niño, había sido asesinado, y aunque hubo muchos sospechosos y teorías, nunca se comprobó quién fue.
En medio del duelo nacional, se siguieron llevando las negociaciones. Apenas 23 días después de su muerte, el 25 de enero de 1955, se firmó el Tratado de Mutuo Entendimiento y Cooperación, conocido como el Tratado Remón–Eisenhower. Por parte de los Estados Unidos firmó el embajador Selden Chapin, y por parte de Panamá, Octavio Fabregá.
Este acuerdo elevó el aporte de los Estados Unidos a Panamá de 430 mil dólares a casi 2 millones. Se le devolvieron muchas tierras a Panamá. Los panameños ahora podían introducir productos propios y venderlos dentro de la Zona y se acordó la construcción del primer puente sobre el canal, pagado por Estados Unidos. Pero Panamá tuvo que ceder en préstamo la base de Río Hato, donde estaba el aeropuerto.
Aún firmado, quedaba mucho por hacer. El artículo III del Hay-Bunau Varilla, que daba control “casi soberano” a Estados Unidos en la Zona, seguía vigente. El Remón–Eisenhower no lo frenó, pero sí le metió el pie.
