Opinión

Hoy por hoy

De la misma manera en que una serpiente necesita inyectar su veneno en el animal que ha de comer, de la misma manera los diputados necesitan actuar con villanía para asegurarse de robar, tanto ellos como sus colegas en cargos de mucho menor jerarquía, pero con ingresos equivalentes al de un ministro de Estado o presidente de la República. Su naturaleza no es ser honesto; lo suyo es delinquir, aunque lo grave no es solo que robe, sino que de ahora en adelante será legal. Y es que en uno de sus ya famosos “camarones legislativos”, introdujeron reformas a la Ley de Descentralización para blindar el pago de gastos de representación a alcaldes y representantes, a quienes casi se les ve ahogados porque se quedaron sin oxígeno económico, es decir, sin plata, pues la Contraloría les prohibió cobrar sus exóticos gastos de movilización. Ahora recurrieron a sus colegas de la Asamblea para que les den el vital auxilio que dejaron de percibir. La perversidad de todo esto es que lo hacen en medio de una crisis económica, dejando al desnudo su inagotable codicia. Le tocará al presidente –cuando el proyecto de ley le llegue para su sanción– probarnos que no es el tonto útil o el títere de los diputados.